Hay un tipo de personas que en realidad me generan tristeza: aquellas que en un afán terrible por escapar de la soledad o de si mismos se olvidan de que para poder estar bien con alguien más primero uno debe de estar bien consigo mismo.
Supongo que todos conocemos al menos a una de estas personas: independientemente de la educación (académica), el poder adquisitivo, la edad, nivel social, sexo etc. estas personas tiene esa terrible característica que las pone en situaciones que algunos podrían considerar impensables: No se quieren ni se respetan. ¿Y a que los lleva esto? Fácil, una gran bola de desafortunados acaban relacionándose con otra especie de individuos que también tienen una terrible característica: No quieren ni respetan a su pareja.
Y esto a veces llega a una situación muy grave. La otra persona agrede de diversas formas y estos no se defienden, es más, en ocasiones lo perdonan y hasta lo permiten. La llamada violencia de pareja se hace latente ya sea con palabras, golpes o una mezcla de ambas. Aunque reconozco que los golpes son los más graves, las heridas que pueden generar algunas palabras son también muy graves.
Y en verdad es triste el dilema en el que se meten estas personas: Optar por lo sano y terminar con esa relación que aunque tal vez pudo haber sido linda en algún momento ahora ya no lo es ó continuar en ese decadente circulo vicioso pero salvarse de esa soledad que tanto les aterra y/o ese miedo a que ya no saben que va a pasar y que los lleva a perdonar cosas que en otros contextos serían imperdonables.
Aunque la respuesta al dilema parece obvia y a veces hasta ellos mismos lo saben. Es dar ese terrible paso el que por alguna razón los paraliza. Y es aquí donde esas personas dan pena. Una cosa es luchar por una relación con los sacrificios que esto llega a traer y otra muy diferente permitir que algún individuo nos robe nuestro orgullo, dignidad, libertad y nuestra autoestima. Y en serio ¿En verdad vale la pena sacrificarse por una relación que solo nos hace pensar que somos miserables? Y aunque crudo pero cierto ¿Cómo respetas a alguien que no se respeta a si mismo? Difícilmente.
Las palabras bonitas de “Todo estará bien” no funcionan. O se dan a respetar o se someten a una vida de maltratos y abusos hasta que un buen día se den cuenta de que el amor apache solo debe de existir en sentido figurado.
Bueno, al menos esa es mi opinión.
Saludos.
La mayor parte de mi vida me la he pasado cuestionando las cosas. A los maestros, a mis padres, a mis compañeros, a mi hermano, a Dios, a los políticos, a la vida, al amor, a la tele, en fin a muchísimas cosas, principalmente a mí mismo. Pero no me gusta andar “cuestionando por el mero afán de cuestionar”, considero que es un excelente ejercicio mental razonar cualquier idea que se me presente (por muy tonta que parezca al principio y venga de quien venga) aunque al final llegue a la conclusión de que (a mi muy personal punto de vista) no sea la mejor idea con la que me haya topado.
Las reglas ó deber ser, no son excepciones a ese razonamiento. Soy de la idea de que en la vida hay que saberse las reglas así no las vayamos a seguir, esto lo aplico para todos los aspectos de mi vida. Solo tengo una sola (inamovible, templada en acero y escrita con sangre) excepción: la llamada “regla de oro”, aquella que dicta “No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti”.
Muy simple ¿No? Según yo no tiene mayor ciencia. Si no quiero me roben pues yo no robo, si no quiero que me engañen pues yo no engaño y así nos podríamos extender hacia al infinito con las miles de cosas que no haría por el simple hecho de que no quiero que me las hagan a mí.
Pero bueno, no soy el iluso idealista que va a gritarle a esta jungla urbana este coqueto principio mío bajo el afán de que cambien su “supervivencia del más apto” por la regla de oro, además de que en verdad en este mundo existen situaciones extremas donde esta clase de ideas románticas no aplican (hambre, guerra, enfermedad etc.) Sin embargo trato de aportar mi grano de arena rigiéndome bajo este principio y tratando de convencer a los cercanos a mí de que es una buena idea (no con mucho éxito en algunas ocasiones).
Lo que en verdad no soporto son aquellos individuos que con toda la malicia del mundo se dedican a humillar o lastimar de alguna forma a otros seres que no les han hecho nada y aparte se van sobre de aquellos que por alguna razón no son capaces de defenderse. Ejemplos hay muchos: los niños que le avientan piedras a los perros, el adulto que abusa del niño, el hombre que abusa de la mujer (las que se defienden, bien por ellas, mis respetos), el jefe que abusa del empleado o en mi caso: el hijo de su chingada madre de la oficina que me contó como en sus tiempos de universidad él y la bola de pendejos de sus amigos adquirieron el pasatiempo de humillar de cuantas formas se les ocurrieron a otra persona que por causas propias de la naturaleza era un genio de las matemáticas pero no podía mantener una conversación muy inteligente (para los estándares de la gente promedio).
Imagínense a la bola de imbéciles doblados de la risa porque le escondieron la mochila al otro y este está sumamente estresado buscando sus cosas de salón en salón.
¿Alguien podría explicarme que ganaba este hijo de la chingada con humillar a esta otra persona? El infierno si bien nos va. En verdad me declaro incompetente para entender que piensa la gente cuando hace esa clase de cosas, ¿Qué tipo de respuesta es “para ver qué hace”? y como para rematar una sonrisa en el rostro de lo más cínica mientras me contestaba.
Afortunadamente para mí a este cuate ya lo quieren correr, porque como habrán notado es una finísima persona y se refleja en todos los aspectos de su vida (deberían de escucharlo hablar de su novia, con el respeto que me merece, pero pobre pendeja). Uno hubiera pensado que con una carrera y no sé cuantos diplomados en no sé cuantas cosas uno estaría hablando con un individuo con un poco más de calidad como persona.
En fin, el mundo es así y hay de todo en esta vida. No me pienso agriar (más) por un individuo como ese.
Saludos
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